Cuidar viviendas de venezolanos que salieron del paĆs huyendo de la crisis o acompaƱar a ancianos cuyos familiares emigraron en busca de una vida mejor son actualmente tareas que muchas personas convirtieron en su medio de vida, en negocios en auge que surgieron del caos económico de Venezuela.
La emprendedora Silvia Fuenmayor afirmó que en medio de una severa crisis económica y social como la del paĆs caribeƱo, que impulsó el Ć©xodo masivo de venezolanos, "nacen muchas ideas para ayudar sobre todo a las personas que estĆ”n viviendo afuera".
Fuenmayor, de profesión psicopedagoga, y su socia Amelà Mata, maestra de educación inicial, decidieron, tras mÔs de 20 años empleadas en centros educativos, dejar sus respectivos trabajos, cuyos salarios mermaban cada vez mÔs a consecuencia de la hiperinflación, y empezar con su negocio.
Empezaron con la entrega a domicilio de regalos encargados y pagados por la diĆ”spora, para que llegaran puntualmente a sus familiares que viven en Venezuela en fechas como Navidad o cumpleaƱos, pero a raĆz de esta idea, los clientes emigrados empezaron a demandar mĆ”s servicios.
Ahora se encargan del pago de impuestos de viviendas deshabitadas, coordinan el arreglo de filtraciones de agua o venden, por encargo, los enseres que se quedaron en los hogares de los que se vieron obligados a salir de paĆs, para luego poner a la venta esos inmuebles.
También se aseguran de visitar regularmente las casas y encender las luces o poner música alta para que parezca que estÔn habitadas y, de este modo, alejar y disuadir a posibles ladrones o asaltantes de viviendas.
Fuenmayor sostiene que el servicio que ofrecen tiene un lado "emotivo", pues al ingresar a un inmueble se encuentran con "las cosas mĆ”s Ćntimas y privadas de las personas" y evocan "los recuerdos de la gente".
En el caso de los apartamentos y casas bajo su cuidado, dependiendo de la frecuencia contratada, Fuenmayor y Mata hacen la limpieza, abren los grifos del agua o verifican el estado de las tomas elƩctricas. La idea es que "todo permanezca funcionando", dijo.
El cuidado y administración de inmuebles, asà como la atención de los adultos mayores, es un negocio incipiente aunque en crecimiento, puesto que, explican ambas, implica establecer lazos de confianza con el emigrado que les contrata, por lo cual, por ahora, el boca a boca o las redes sociales funcionan como canales para publicitarse.
Explica Fuenmayor que el mantenimiento sencillo de un inmueble pequeño cuesta 35 dólares mensuales y el precio se va ajustando hacia arriba según las exigencias y dimensiones de la vivienda.
En el caso de Emiliana Romero, fundadora de Casa Viva, ella sabe lo que implica emigrar y cuando decidió regresar a Venezuela quiso trabajar por su cuenta, por lo que en vista del gran nĆŗmero de personas que abandonan el paĆs, se planteó "mantenerles sus propiedades" para que "el dĆa que quieran volver, tengan sus casas perfectas".
Para Romero, "en épocas de crisis siempre hay ideas buenas que no tienen que ver con robar (...), siempre hay oportunidades en ayudar", porque "hay gente que te necesita a ti y tú necesitas trabajar".
En su caso, el costo mĆnimo del servicio es de 50 dólares al mes. Explica que para una casa individual, recomienda una visita de mantenimiento cada 15 dĆas, mientras que para un apartamento pequeƱo "con una vez al mes es mĆ”s que suficiente".